miércoles, 10 de marzo de 2010

De juntas y nervios...

Hasta hace unas semanas el trabajo había bajado un poco a pesar de eso el ambiente no era (es) de lo mejor. Por causas (oficiales) aún desconocidas (los rumores no se han hecho esperar) ha habido recortes a diestra y siniestra, digo más o menos 10 en un mes si es para preguntar “qué pasa?”.

Tendré que sumar los que por alguna razón personal han dejado la empresa, y se me hacen razones de bastante peso, por lo menos de la persona con la que logre conversar. Digo, a quien le gusta estar atado a lap 24x7 los 30 días de un mes?

Esto me distrajo lo suficiente de mis labores y se me junto un poco la chamba, nada de que espantarse pero me faltaba por hacer mucho de, lo que no me gusta del todo, tener juntas y poner de acuerdo a un buen de gente. Y creo que más bien es porque nunca he sido bueno para hablar en público, pero no tenia de otra sobre todo cuando la técnica de molestar con emails de recordatorio ya no surte efecto.

A pesar de mi nerviosismo las juntas salieron bien y pues ya tengo el proyecto aprobado para septiembre. Ahora tengo que juntar algunos datos en un documento, mandar otros tantos emails y posiblemente un par de juntas más.

Por qué me pongo tan nervioso cuando hablo en público? La verdad no sé, pero con el tiempo lo he dominado. Al principio me pasaba que me bloqueaba totalmente, era como estar en medio de la nada y no saber qué hacer, si caminar o quedarse sentado y entonces venían las muletillas, los balbuceos y hasta oraciones sin sentido, que no hacían más que confundir a las personas con las que hablaba.

Mi proceso de aprendizaje fue lento, pero divertido. La primera experiencia (digamos) fuerte fue cuando me decidí a ser presidente de planilla para la mesa de sistemas computacionales de la escuela. En ese tiempo, y supongo que será lo mismo ahora, se hacia la convocatoria para formar a un grupo de 5 personas (presidente, tesorero, en fin); total que hable con los amigos de mi generación y juntamos a la plantilla. Hector era el galán, Magda era la intelectual, Luisa era la que organizaba y yo, yo era el candidato a presidente! (Se me está olvidando alguien, pero bueno fue hace algunos ayeres).

Como pudimos juntamos una lana (algunos patrocinios), hicimos nuestros volantes, una manta, etc. En todo ese relajo tuvimos que visitar salón por salón para plantear nuestras propuestas, a pesar de mis intentos por hablar, o al menos decir algo más o menos congruente, los nervios terminaban ganando y salían mis compañeros al rescate.

No me acuerdo como me salió la idea de querer armar una planilla, pero recuerdo que uno de los más interesados en ayudarme era el buen U. -este cuate se las gasta para echar verbo y desenvolverse en público- ya teníamos el plan armado, las sesiones de entrenamiento programadas, el seria Yoda y yo el joven padawan. Todo se veía chido! O maldito destino! El buen U. tuvo un lamentable accidente que lo puso fuera de circulación casi el mismo tiempo que duro la campaña de nuestra planilla. Y bueno que puedo decir, lo mas chido es que el buen U. se levantaría de la cama del hospital como Lázaro y ahora anda por ahí dando lata tratando de crear conciencia.

Total que no me quedo de otra más que lanzarme al ruedo, así como el borras. Unos días previo a las elecciones teníamos el mentado debate entre planillas, éramos solo dos (los de 4to y 5to semestre contra nosotros de 6to), y paso lo que tenía que pasar – no lo siento aquí no paso como en las películas de Hollywood – la mayor parte del debate permanecí callado y deje que mis compañeros llevasen la carga, casi al final tuve que decir algo, pero fue más porque alguien me pregunto directamente que porque mis nervios me lo permitieran (Nota: la pregunta pudo haber sido algo así como y tu por qué no dices algo? A lo que seguramente conteste Ah! Mmm! Bueno! Creo que! (malditos nervios)).

A pesar de toda mi ayuda, al más puro estilo “mejor no me ayudes compadre”, logramos juntar una buena cantidad de votos. Eran como las 8 o 9 de la noche, cerraron las urnas y nos fuimos a contar los votos. Entro un representante por plantilla se abrieron las urnas y empezamos a contar uno a uno…

Chan, chan, chan, chan…

Los números iban muy parejos la diferencia era de unos cuantos votos, el sudor, los nervios (mas nervios? Si de esos tengo pa’dar y regalar), y después de contar y recontar (por aquello de las malditas dudas) la plantilla ganadora fue (por diferencia de 10 votos, ya ni el Calderón y el Peje) la de 4to y 5to semestre.

No puedo decir que me sentí del todo alegre, pero bueno la otra planilla hizo un papel muy digno durante el tiempo que estuvieron al mando. De nuestro lado fue la última oportunidad, pues al siguiente año empezaría el proceso de tesis y titulación, lo que complicaría mucho las cosas en caso de querernos aventar de nuevo.

Así pues, (queridos hermanos! Y hermanas) empecé a dar batalla a mis nervios para hablar en público, cosa que he ido superando poco a poco, digo no me la puedo pasar callado toda mi vida…
Saludos,

El Buho…

PD. El pinche U. nunca me dio las mentadas clases ni tips…

2 comentarios:

Ray dijo...

Yo no soy nervioso, pero reconozco que tampoco soy el mejor orador. Parece que mucho del secreto tiene que ver con practicar a antemano y eso casi nadie lo hace y claro, a veces tampoco hay suficiente tiempo para ello.
Lo de los recortes si es sospechoso, aquí en México también pasó(seguro que ya lo sabes mejor que yo). Hubo muchos rumores y algunos como quiera no dejan de preocupar. Al menos aquí en México los descuidos y falta de interés de la empresa hacia la oficina son cada día mayores y uno no puede evitar cuestionarse si se traen algo entre manos o es mera imaginación.

ricardo dijo...

Yo tampoco soy un buen orador, y en Inglés, menos, a veces no puedo recordar lo que digo justo después de haberlo dicho, por alguna extraña razón, mi antigua jefa siempre me decía que yo "hablaba mi bonito" ¿se estaría burlando acaso de mi? XD